Claves para un matrimonio feliz

Hola amigos, hoy el tema que quiero sacar a colación y compartir con ustedes es: El Señor Jesús quiere también transformar nuestro matrimonio.

Si hay una etapa importante en nuestra vida después de la conversión, es el matrimonio. De hecho, este es el momento más importante de nuestra vida en el que nos uniremos con otra persona.

Esta noche me gustaría animar a aquellos hombres que se han casado con una mujer y que hoy en día no se sienten muy cómodos en su vida matrimonial, ni en su vida cotidiana. Recordamos aquel momento de nuestra vida cuando nos comprometimos por primera vez; estábamos tan emocionados con la vida que nos esperaba, porque estábamos seguros de haber encontrado una perla de gran valor.

Pero el problema no vino de ella, sino de nosotros; mientras vivíamos con una alta estima de nosotros mismos. Habíamos vivido una vida de solteros como hombres perfectos, agradables, llenos de vida y de esperanza. Teníamos todas las cualidades para aportar a este futuro matrimonio.

Pero desde el primer día de nuestra unión con nuestra esposa, notamos que algo andaba mal, y nos tomó un tiempo darnos cuenta de que el error primero vino de nosotros mismos. Sin embargo, era conveniente y fácil acusar a nuestro cónyuge.

Pero la realidad se reveló en los primeros meses de casados. Era como si estuviésemos en la adolescencia, interesados en salir a conversar con nuestros amigos afuera; antes que afrontar la situación en casa; a pesar que en ese momento, ya conocíamos al Señor Jesús y lo que hizo por nosotros en la cruz; para perdonar nuestros pecados y darnos nueva vida. Esto es cierto, pero lamentablemente no habíamos aprendido lo suficiente de Dios. 

Ya los primeros conflictos venían rápidamente, especialmente cuando mi esposa quería visitar a sus padres, a sus propios amigos, al elegir el estilo de los muebles que debíamos comprar, etc. Los temas eran variados y numerosos.

Cada pequeño detalle se convirtió rápidamente en un problema entre nosotros. De hecho, descubrimos que los dos todavía éramos adolescentes y que no habíamos terminado de crecer para convertirnos en hombre y en mujer.

Mientras pensábamos que éramos adultos e incluso por qué no también «maestros», porque en ese momento nuestro orgullo no tenía límites. Estábamos tan orgullosos de nosotros mismos y totalmente ciegos.

Recuerdo el dia de nuestra boda. Me levanté de la mesa para declarar frente a todos «que yo era verdaderamente el hombre más afortunado y feliz de todos, por haber encontrado una joya llamada Sonia». Realmente estaba en cima del orgullo y de la ceguera.

A menudo digo que estar enamorado te ciega, pero que el matrimonio te devuelve la vista. Y yo estaba a punto de recobrarla.

En los meses transcurridos desde aquella declaración de la que hoy me avergüenzo, estábamos a principios de junio de 1974, y nos habíamos ido a Noruega en nuestra luna de miel, con un viaje organizado por nuestra cuñada.

Dormíamos en tiendas de campaña en medio de la naturaleza, junto a los lagos; con tiempo lluvioso y un clima frío y húmedo. Así que a los pocos días regresamos a Francia, donde fui instructor en un campamento juvenil en Matha en Charente-Maritime.

Estaba tan eufórico que olvidé de mirar la fecha del campamento y llegamos 8 días antes de que comenzara. Cuando recién se estaba comenzando a preparar el predio.

Cuando llegamos, rápidamente nos dimos cuenta de que había un problema con la fecha y vimos que el campamento empezaba una semana más tarde, y no teníamos nada planeado para los próximos 8 días.

Entonces nos dimos cuenta de que mi hermana y su esposo eran directores de una colonia en la isla de Oléron, y fuimos a reunirnos con ellos y nos quedamos allí por unos días.

Pero durante este campamento, yo era un joven extravagante, especialmente con las chicas, y no me daba cuenta de que eso también tenía que cambiar. No fue nada fácil para mi esposa; hasta que un día me habló de todo corazón: ¡Creo que me casé con un niño! Y tuve que admitir que era verdad.

Tenía un concepto tan alto de mí mismo que me costó mucho asumirlo. Pero tenía razón, todavía era un niño; a pesar de que ahora estaba casado y de que tenía la responsabilidad de mi esposa.

Recuerdo ese primer año de matrimonio en el que tuve un trabajo como orador, representante de la imprenta nacional. Ganaba muy bien, pero olvidé de apartar algo de dinero para pagar mis impuestos. Y llegado septiembre, no pude pagar mis deudas; y fue mi esposa quien había ahorrado toda su juventud, cuando trabajaba como secretaria, separando el dinero para su ajuar de bodas, quien terminó pagando esa enorme factura de impuestos.

En ese momento, todavía vivíamos bajo la necesidad de que las jóvenes prepararan su ajuar de boda, algo que hubiera sido de gran ayuda para muchos de ustedes. A nivel del Certificado de Estudios, las jóvenes también preparaban atuendos (sábanas, vajilla, cubiertos…). También tomaban clases en la escuela en casa para aprender a gestionar su futuro hogar (alimentos, presupuesto, planchado, costura, mantenimiento de la casa, etc.).

En cuanto a los varones, aprendíamos un poco de mecánica, fontanería, electricidad, y también a cuidar gallinas y conejos. Era una educación concreta y práctica.

A menudo digo que la felicidad no está en el matrimonio. Eso creía antes de casarme. La felicidad está en tener una relación personal con el Señor. No es el matrimonio lo que arreglará las cosas, al contrario; el matrimonio las complicará.

Después de darnos cuenta de nuestros problemas matrimoniales, nos fuimos a vivir a Parly 2, a un departamento muy bonito. Pero después de haber vivido durante un año nunca habíamos conocido a nuestros vecinos de al lado, todos vivían como extraños; cada uno para sí mismo. Entonces, para terminar con esta indiferencia, decidí poner en el ventanal del departamento en letras fluorescentes y grandes un texto que decía: ¡Jesús te ama y quiere salvarte!

Después de eso solo tuve una única visita; era el encargado del edificio, pidiéndome que retire mi mensaje de inmediato, porque estaba prohibido poner textos políticos o religiosos en los ventanales de los apartamentos. Entonces comprendimos que teníamos que mudarnos de este lugar.

Nos fuimos a vivir a un pequeño pueblo llamado Orgeval en otra parte de la región parisina y en donde pudimos conocer a nuestros vecinos e invitarlos nuestra casa, y darles el testimonio de nuestra vida como cristianos.

En aquel lugar, la gente era muy educada y amable con nosotros, y pudimos hacer algunas amistades. Y así, pudimos reunirnos individualmente con algunos y muchos entregaron sus vidas al Señor Jesús.

Y así fue como comenzamos a hacer casetes de audio con nuestro testimonio, de como conocimos al Señor, acompañados de canciones de un grupo de alabanzas; y al final invitábamos a nuestros oyentes a que se conviertan también ellos al Señor Jesucristo.

También hacíamos casetes con mensajes de diferentes pastores y los distribuíamos entre la gente. Y así la gente tenía más posibilidades de elegir mensajes y de crecer en el conocimiento de Dios.

Varias personas más se entregaron al Señor así como el pastor de un pueblo vecino.

Luego organizamos la proyección de una película en la municipalidad, titulada »La cruz y el puñal” de David Wilkerson, en un pueblo de 1000 habitantes donde pudimos reunir a 600 habitantes que habían venido aquella noche.

En ese momento, estaba a cargo del “Team Challenge” en París, donde trabajábamos con drogadictos. Habíamos venido a esta fiesta con un ex gángster y una ex prostituta. Sus testimonios fueron impactantes, y el efecto en la gente, inmediato. Unas semanas después, éramos más de 100 conversos en el grupo que teníamos en nuestra casa. Familias enteras, el director de la escuela católica privada, nuestros vecinos, etc. Este grupo se convirtió en una iglesia local, pero no sabíamos cómo enseñarles y lamentablemente se comenzaron a sentir los principios del legalismo y de los excesos del evangelio carismático; y la iglesia se derrumbó después de 6 años.

Al finalizar el tercer año de este trabajo en Orgeval, tuvimos que trasladarnos a Sèvres, porque me habían nombrado anciano en una gran iglesia en París, donde comenzamos el trabajo en el sonido.

En aquel momento, la iglesia no estaba equipada con un sistema de sonido y nos ocupamos de eso, así como de la grabación en cassette de los mensajes del pastor Jules Thobois.

En este momento, estábamos sirviendo al Señor a tiempo completo. Había dejado mi trabajo y estábamos esperando en Dios en todo, también para pagar el alquiler de nuestro apartamento e incluso para comprar comida.

En aquel entonces recibí este versículo de Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Tuvimos experiencias tan maravillosas, por ejemplo, un día, no teníamos nada para comer, y le rogamos al Señor que nos envíe comida ¡y luego salgo del apartamento y encuentro una canasta llena frente a la puerta!

Un hermano o hermana había sido advertido por el Señor y había colocado esta canasta, nunca supimos quién era esa persona. Gracias Señor.

En otra ocasión nos quedamos sin dinero, y entonces fui a la oficina de correos, recojí el correo, y había un sobre con 30 francos en ese momento para que pudiéramos comprar comida.

Créame, la comida tiene un sabor diferente cuando viene del Señor Jesús.

Otro día, un domingo, íbamos a ir a la sede de Jucum en Suiza y no teníamos dinero para poner gasolina en nuestro viejo auto. Fuimos a adorar como de costumbre y cuando salí de la iglesia encontré un billete de 200 francos en mi Biblia. Era el dinero que necesitábamos para hacer el viaje.

En el camino, nuestro hijo tenía hambre y estábamos manejando por una ruta departamental, y mi esposa me dijo: “Mira al costado de la carretera, hay muchas manzanas en el suelo”. Así que paramos y mi esposa hizo una compota para nuestro hijo. Gracias Señor.

Al final de este viaje, Tom Bloomer, director de Jucum, nos entregó la llave de un apartamento que nos había preparado una hermana con una heladera llena de comida.

Vivir por fe, contando con el Señor Jesús y con su fidelidad, nos ha hecho crecer.

«Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra». Salmo 121:2 Este es el mejor entrenamiento que puedes recibir.

Pero quiero volver a nuestra vida matrimonial. La base de nuestro trabajo exterior y el trabajo que Dios hace en nuestro corazón y especialmente en nuestra vida matrimonial. Para mí, hay una verdad básica. ¡Nuestra primera iglesia está en la casa! No tiene sentido animar a otros en una congregación local si nuestra vida hogareña no refleja esta relación con el Señor y si no le da la gloria del Señor. Nuestro ministerio se debe mostrar primero en casa, con nuestra esposa e hijos. Brillar afuera cuando todo está desordenado y deshecho en casa es una ilusión. La realidad es cuando Cristo está en nuestro hogar.

Colosenses 2:17, dice: “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”.

Y así llegó nuestro primer hijo y junto con mi esposa intentábamos hacer todo bien para protegerlo. 

Aunque había sentido que había perdido a mi esposa por un tiempo, porque ella estaba día y noche al servicio de este regalo de Dios. Se levantaba por la noche para amamantarlo o para ver si todavía respiraba.

Por mi parte, yo era un poco sordo a las necesidades del niño, pero tan pronto como tuvo la edad suficiente para jugar, ocupé mi lugar como papá; jugando, contándole una historia todas las noches y rezando con él, pasando tiempo conversando con él.

Recuerdo los largos momentos de estar pateando la pelota, y de ver en él una manera de ser un poco terrible. Quería jugar partidos de fútbol y todos los días le ganaba por puntuaciones de 10 a 0. Me decía que había hecho trampa y que él era más fuerte que yo. No podía creerlo, me dije a mí mismo que había hecho un «monstruo de orgullo» con mi esposa.

Afortunadamente el Señor también lo cuidó y después de unos años volvió a la realidad. Me ha ganado en el fútbol desde entonces, pero acepto plenamente esta verdad.

Este niño es una gran bendición al igual que los otros dos que le siguieron. Mi vida cristiana ha estado obsesionada con dos preguntas:

1° ¿Quién puede quitarme este orgullo y esta pretensión?

2° ¿Cómo tener la victoria sobre mi carne?

Busqué por mucho tiempo y vi que mi esposa sufría muchas veces y se sometió en silencio al Señor, esperando mejores tiempos. En aquellos días en que teníamos una opinión diferente sobre todas las cosas, fueron largas discusiones para tratar de ganar al otro, para convencer al otro. Luego se terminaba en una aparente sumisión, pero nunca en una paz real.

Ninguno de los dos quería ceder a los argumentos y podíamos durar horas discutiendo y terminábamos de mal humor, algunas veces por 2 o 3 días.

Recuerdo que una vez, después de estar de mal humor durante unos días, le había pedido perdón a mi esposa, pero ella no lo aceptó porque me decía: «¡Tú, pides perdón demasiado rápido y al final no cambias!». Y nos habíamos quedado dormidos esa noche.

Alrededor de la medianoche mi esposa me despertó y me dijo: “lo siento cariño, te pido perdón, porque aquella noche temblé como si mi corazón se estuviese por detener y quiero pedirte perdon, porque la Palabra de Dios nos pide que no nos durmamos sobre nuestra ira”. De hecho, está en Efesios 4:26: «airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo».

Y el Señor continuó esta obra en nuestros corazones, dándose cuenta de nuestra falta de madurez personal y de que necesitábamos ayuda para seguir adelante con el Señor.

La respuesta vino de una hermana, quien nos dijo que su pastor de Mauricio llegaría en las próximas semanas, y que ella quería que lo conociéramos. He hablado varias veces de este maravilloso encuentro que nos llevó a ir con mi familia a Mauricio, acompañado de varios hermanos y hermanas. Fue en 1988, y allí finalmente comenzó el verdadero trabajo en nuestras vidas, porque estábamos lejos del verdadero Evangelio y, sin embargo, tan convencidos de estar en el verdadero con falsas concepciones que habíamos recibido en nuestras iglesias en Francia.

Llegué a un país pobre en ese momento. Las instalaciones de la iglesia eran viejas, inadecuadas e inmediatamente me sentí

que no tenía nada que ver con nuestro estilo parisino de una iglesia en el distrito 16. Así que me encontré con el pastor Miki Hardy y le pregunté dónde estaban los ancianos de la iglesia. Y él me respondió: – allí tenemos 10 alumnos a tiempo completo, que trabajan para predicar el Evangelio en todos los rincones de la isla donde montan carpas, evangelizan y establecen iglesias locales.

– Pastor, ¿no entendió mi pregunta? ¿Dónde están los empresarios que ayudan a construir la iglesia con sus finanzas que llamamos “ancianos” en París?

Y allí abrió su Biblia y me mostró que en el Nuevo Testamento los ancianos dejaron sus negocios, por ejemplo, su barco de pesca para seguir y servir a Jesús. Y que la obra de un anciano es predicar el evangelio.

Y ahí me sentí un estúpido, ¿cómo nunca había visto esto antes? Es tan obvio, está en los evangelios, en el libro de los Hechos.Luego hice algunas preguntas como esta, por ejemplo: sobre el papel del pastor donde siempre había escuchado esta definición muy francesa «El primero entre iguales». Es decir, en francés cotidiano: «el líder de todos los antiguos». O según la traducción de otros: «El dictador, aquel con quien siempre debemos alinearnos y siempre decir amén, gracias pastor». Y allí, me explicó que el pastor es ante todo un anciano, sujeto a los ancianos, y que no puede dirigir la iglesia como un negocio, sino con un espíritu de humildad y de quebrantamiento. Que es el responsable ante los ancianos por lo que predica, y por lo que desea traer a la iglesia; que debe tener un espíritu de sumisión al cuerpo de los ancianos y estar en armonía con ellos en el Señor.

¡Qué impacto y qué bueno fue volver a la Palabra de Dios con un espíritu de humildad, no buscando glorificar a los hombres, sino solo buscando la gloria del Señor Jesús, y siguiendo el patrón que nos dejó en el Nuevo Testamento!

Pero algún tiempo después llegó la revelación del mensaje de la predicación de la cruz, después de que un siervo de Dios y su esposa murieran en un accidente de tráfico.

A veces nos suceden cosas incomprensibles y, sin embargo, es por nuestro bien y el de su iglesia, porque a través de este horrible accidente, Dios nos reveló la vida.

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados», Romanos 8:28.

Ancianos y pastores estaban reunidos para orar juntos, entregando todo al Señor y de allí vino primero la convicción de orar y de ayunar, buscando la voluntad de Dios a través de su palabra y de ver su poder obrando a través de la predicación de la obra de la cruz. El evangelio no es solo milagros y sanidades, eso es solo una parte. La predicación del mensaje de la cruz, es el punto fundamental de anclaje de todo cristiano al verdadero Evangelio. Es el fundamento de nuestra vida cristiana, en el que cada uno de nosotros debería estar arraigado: es decir, la muerte y la resurrección de Jesucristo, fuente de salvación, pero también instrumento de nuestro caminar en pureza y santificación, trayendo así humildad y conmoviendo a los cristianos.

Una forma extraordinaria de unir a los cristianos en su vida matrimonial, en su vida diaria y también para poder trabajar juntos en un espíritu de humildad y de profunda fraternidad.

El mensaje que se anunció en ese momento, me tomó varios años más vivirlo plenamente, porque es difícil para un hombre postrarse; sin embargo, es más rápido querer levantarse.

El llamado de Dios es postrarse como dijo Juan el Bautista: en Juan 3:30: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.

Bueno, este es el mensaje que cambió mi vida. Dejando a un lado mi orgullo, mis pretensiones, y convirtiéndome en un nuevo hombre semejante a Cristo.

Por supuesto que aún no he llegado, pero como el apóstol Pablo en Filipenses 3:13: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante».

Mi vida personal y mi vida matrimonial han cambiado. Hoy ya no me peleo con mi esposa. Para hacer la guerra, o para discutir, se necesitan dos, y cada uno debe permanecer en una posición firme e irreconciliable hacia el otro.

Pero para dejar de discutir o de pelear entre nosotros, uno solo necesita morir y todo se detiene.

Pero morir aquí no significa necesariamente la muerte física,

sino el morir a uno mismo, renunciando al derecho de tener razón. Y ahí se termina el conflicto.

¡La madurez de un cristiano viene al negarse a sí mismo, al tomar su cruz y al seguir a Jesús!

Esto es exactamente lo que Jesús nos aconseja en el Evangelio de Mateo 16:24.

«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.»

Mi vida como pastor ha cambiado: ya no soy «el señor que lo sabe todo y que dirige todo en la iglesia». Ahora soy un simple siervo que le dice a Dios: «Señor, envía a alguien más capaz que yo para tu iglesia, porque tu siervo está empezando a envejecer». 

Vivir en paz con su esposa, con sus hijos, con su iglesia, con sus vecinos… es una gran fuente inagotable de alegría y de paz.

Es una alegría para mí, presentarles a mi esposa, porque es bueno hablar de ella, pero ustedes también tienen que poder escucharla, para saber qué ha hecho el Señor en su vida. Así que le paso la palabra a mi esposa, mi querida Sonia.

«Hola amigos, quiero asegurarles que Dios ha transformado nuestras vidas y que es una gracia servir al Señor Jesús en familia. Es el evangelio de la predicación de la cruz el que ha traído victoria en cada uno de nuestros corazones.

Nuestro matrimonio tiene 47 años y desde entonces estamos sirviendo al Señor. Pero desde que este evangelio de la predicación de la cruz tocó nuestro corazón, hemos obtenido la victoria sobre nuestro egoísmo.

Las disputas y oposiciones del inicio de nuestra unión han desaparecido. Todo ha cambiado y servimos al Señor en su paz y en alegría, lejos de los conflictos del principio.

Nuestra familia ha cambiado y vemos muchos frutos mientras esperamos que nuestro hijo menor regrese al Señor. ¡Que Dios los anime y perseveren en la fe de nuestro Señor Jesucristo! 

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